En
cada país, una de las inversiones
más fuertes de los sistemas educativos
ha sido siempre la de incrementar
el porcentaje de población alfabetizada.
Sin embargo, al contrastar las cifras
de población alfabetizada con las
de libros leídos por habitante, nos
encontramos con que existe una pobreza
importante, porque quien sabe leer,
no lo hace. .Leer
es crecer.
Por
esta razón, hoy existe un reto adicional
al de alfabetizar; el de lograr que
la población alfabetizada se convierta
en una población lectora. Esta tarea
no es ya una tarea exclusiva del sistema
escolar; los maestros, bibliotecarios,
librerías, editoriales y, sobre todo,
los padres de familia, deben procurar
convertir a las personas capaces de
leer en lectores efectivos.
En
algunas familias, las lecturas no
son fuente de cultura, los padres
no dan importancia a los libros y
no relacionan las lecturas de los
hijos con los objetivos que persiguen
en su educación integral; ven la lectura
como medio para que sus hijos cumplan
la tarea, como simples pasatiempos
o las rebajan al uso de historietas.
Si
esto no fuese suficiente, la televisión
y otros medios que manejan principalmente
la información a través de imágenes,
han colaborado a darle prioridad a
la imagen misma que utiliza un lenguaje
perceptivo y concreto, muy sencillo
de asimilar, frente a la palabra y
a los conceptos, que implican un lenguaje
conceptual y abstracto y que requieren
de un proceso creativo de pensamiento.
Por esta razón es muy importante considerar
que el hecho de tener al alcance las
diferentes herramientas educativas
(libro, CDROM, videos, Internet),
no garantiza por sí mismo el aprendizaje
y la adquisición de conocimientos
y habilidades, sino que el factor
que las hace realmente útiles y trascendentes
es la lectura de su contenido; es
por esto que el desarrollar en sus
hijos el hábito de la lectura se convierte
en una de las cualidades principales
con que una persona debe contar para
enfrentar con éxito los retos del
mundo por venir.
Es
fundamental para los padres de familia
conocer todos los beneficios que la
lectura brinda y las condiciones propicias
para crear en sus hijos el hábito
de la lectura:
Cómo
favorecer una actitud positiva de
las personas, en particular de los
niños, hacia la lectura.
Qué
actividades familiares, tipo de lecturas
y ejercicios les hacen ameno el desarrollo
del hábito.
Qué no hacer.
De
qué manera aprovechar integral e inteligentemente
las herramientas tecnológicas.
Los siguientes son lineamientos generales
para crear, fomentar y afirmar el
hábito de la lectura en los pequeños,
desde temprana edad. En futuros contenidos
relacionados con este tema se harán
sugerencias más puntuales sobre acciones
directas para favorecer dicho hábito
en los pequeños que todavía no saben
leer y los que ya lo hacen, y que
además pueden ser de mucha utilidad
para los adultos que hayan decidido
adquirir este hábito tan enriquecedor.
Antes
del nacimiento
Las experiencias sensoriales y motrices
ocupan la mayor parte del desarrollo
del niño. Se recomienda:
a. Leerles cuentos y acompañar esta
actividad con mímica y variaciones
en la voz de acuerdo a los personajes.
b. Mostrarles los libros ilustrados
mientras se lee. Hacer hincapié en
las formas, colores, tamaños y texturas.
c.
Proporcionarles libros de tela y libros
sorpresa de actividades.
De
0 a 2 años:
Las
experiencias sensoriales y motrices
ocupan la mayor parte del desarrollo
del niño. Se recomienda:
a. Leerles cuentos y acompañar esta
actividad con mímica y variaciones
en la voz de acuerdo a los personajes.
b.
Mostrarles los libros ilustrados mientras
se lee. Hacer hincapié en las formas,
colores, tamaños y texturas.
c.
Proporcionarles libros de tela y libros
sorpresa de actividades.
De 2 a 7 años:
En
esta etapa comienza el cambio de la
percepción de la realidad del niño
a un lenguaje simbólico y de abstracciones
en su cerebro; por esto, es muy importante
continuar favoreciendo el enriquecimiento
del lenguaje para que así pueda expresar
correctamente la creciente cantidad
de sensaciones e ideas que se crean
en su mente. Se recomienda:
a.
Lectura de fábulas y cuentos .
b. Hacer dramatizaciones y contar
con su participación.
c. Permitir y favorecer el contacto
físico con libros hechos de materiales
y con contenidos adecuados a la edad
particular y a sus intereses.
d. Además de libros de lectura, contar
con libros de actividades y juegos.
De
7 a 11 años:
Se inicia el desarrollo intelectual.
El niño se hace preguntas sobre el
cómo y el por qué de lo que sucede
a su alrededor. El lenguaje es más
significativo y más plástico; en esta
etapa su imaginación es más fecunda
y estimulable. Se recomienda:
a. Promover la elaboración de un diccionario
personal.
b. Ayudarle a la elaboración de una
antología de sus cuentos favoritos
y de poemas.
c. Acompañarles para que inventen
sus propias rimas e historias.
d.
Grabación de sus rimas y representación
de las historias creadas.
e. Compra regular de libros de los
títulos de su preferencia, tanto de
lectura como de actividades y juegos
de destreza e ingenio.
f. Afirmar los días y la hora de la
lectura en familia.
De
11 a 15 años
Se presenta el pensamiento abstracto.
Si el niño, en sus etapas previas
de desarrollo, ha tenido la suficiente
estimulación y acercamiento a los
libros y la lectura esto significa
una presencia familiar para él; en
esta etapa requiere menor estímulo
directo. Se recomienda:
a. Fomentar su capacidad crítica.
b.
Estimular la creación de una biblioteca
propia con enciclopedias y textos
específicos, así como la línea o líneas
de lectura de su preferencia.
c. Presentarle la opción de participar
en concursos de oratoria, poesía,
de redacción y similares.
d.
Intentar o sugerir que se involucre
en ayudar a otras personas a que adquieran
el hábito que él ya posee.
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